Artículo de Opinión

Piuletes y tronaors

Hoy es fiesta en Valencia. Tremendo puente para buscar hongos, si hubiera llovido. Dicen los mayores que la culpa de que no llueva en la Sierra la tiene un antiguo cura de La Frontera, que se empeñó en hacer un crucero a cuenta de los lomos de los mozos del lugar. Jaime Mansilla me aseguraba que desde la erección del monumento las nubes se partían ora camino de Teruel ora de Guadalajara.Los valencianos celebran la conquista de la ciudad por Jaime I, que la iglesia romana hace coincidir con San Dionís "el Grande", que ya no sé si era el obispo de Alejandría o el 25º Papa. En Valencia los paisanos que no escapan a buscar setas celebran "la mocaorà": un día de los enamorados donde se regalan frutas y dulces de mazapán, peladillas, piuletes y tronaors envueltos en un pañuelo.Hoy Cuenca se llenará, si la crisis lo permite, de aquellos que se fueron en los 50 y 60 a ver el mar y, de paso, ganarse unas perras. ¡ Cuanta buena gente!.Valencia está preciosa. Si ya era la ciudad de la luz y del amor ahora lo es de la pujanza y la imaginación. Fue un alcalde socialista, Ricard Pérez Casado quien puso la primera piedra de lo que ahora es el parque del Turia y Rita la que lo está terminando con la guinda de la copa América y el gran premio de Fórmula I en el segundo puerto nacional, ya por encima del de Barcelona.Valencia fue la última gran ciudad comunicada con el resto de España por autovía y, si no espabilan, la última en conectar con AVE. Valencia necesita la vieja línea de ferrocarril que agoniza en Cuenca. Se lo contamos hace años a Arturo Virosque, presidente de la Cámara de Comercio valenciana. Y luego a Cenzano quien le pasó el plan a la Cámara conquense con un proyecto de financiación europea del transporte de mercancías: el New-Opera.Dejar la vía en condiciones para la circulación de mercancías hubiera costado vez y media lo que había presupuestado el ADIF – entonces GIF – para soterrar la estación del AVE de Cuenca.Fue una pena no haber ganado entonces esta baza. Ayer MAFO no estaba ni para bollos ni para piuletes ni tronaors.

Antonio Melero Pita