jueves, 11 de septiembre de 2008

Artículo de Opinión

BOURBON STREET

Paseando la noche del pasado jueves me encontré el centro urbano tomado por una legión de operarios que se afanaban en pintar la señalización horizontal del eje Carretería – Fermín Caballero – Hermanos Becerril. No tardé en relacionar el inesperado interés municipal por la seguridad vial con la visita que hoy nos hace el heredero de la corona y su distinguida esposa.
Me vino a la mente la descripción que hace Tolstói de los viajes del zar a sus posesiones caucásicas por las que ahora Putin vuelve a tener un mortal interés. Cuenta Liev Nikoláievich como, para que el señor de todas las rusias no reparara en la miseria de sus súbditos, se colocaban mamparas de cartón piedra simulando alegres aldeas allí por donde pasaba el tren imperial y se aseaba a los mujik para que vitorearan gozosos al “padrecito”.
La primera vez que viajé a Berlín antes de la caída del muro pude comprobar el significado de estas técnicas de camuflaje. Desde unas plataformas que se elevaban en la puerta de Brandeburgo se oteaba el paraíso comunista. Tuve la oportunidad de hacer una pequeña visita guiada al otro lado para ver las cuidadas calles y plazas que circundaban el Tiergarten. Años después volví ya sin muro y me enseñaron cómo lo único que conservaban los de la RDA era la fachada que se podía ver desde el lado occidental. Lo demás era una ruina costrosa.
Si por un casual Sus Altezas decidieran romper el protocolo y darse una vuelta por las vías colindantes con las recientemente adecentadas comprobarían el estado de abandono de los barrios por los que no está previsto su paso: la roña que impera en el Paseo del Ferrocarril, los badenes camuflados de la Avenida del Mediterráneo, el indecoroso estado de las aceras de Casablanca, los baches del Cerrillo de San Roque, la mugre del parque de San Fernando…
Si cada visita de don Felipe y señora sirve para que el alcalde nos haga algún apaño, bienvenidos sean, aunque no estaría de más que pudieran enterarse del verdadero estado de la ciudad.
Deseo una feliz estancia en Cuenca a los ilustres turistas y animo a doña Leticia a que use su recién estrenado apéndice nasal para descubrir los verdaderos aromas que desprenden los aledaños de la que, a partir de ahora llamaré, en su honor, Bourbon Street.
Antonio Melero Pita

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