jueves, 6 de diciembre de 2007

Artículo de Opinión

Las Leyes Fundamentales vigentes durante la Dictadura del General Franco nos habían alejado de Europa al igual que de las libertades. Nuestros derechos fundamentales no estaban recogidos de la Declaración de los Derechos Humanos formulada por la ONU en 1948. Cuando el Tratado de Roma crea el embrión de lo que hoy es la Unión Europea, nosotros fuimos deliberadamente excluidos por la ausencia de libertades políticas que exhibía España.
La aprobación en 1978 de la vigente Constitución Española, de la que hoy celebramos el 29 aniversario, abría para los españoles dos puertas de singular importancia: la primera, la incorporación del acerbo común, y la segunda nos abría asimismo las puertas a Europa.
Nuestra integración se produjo en 1986. Y hoy, veintiún años después, España se ha beneficiado de la incorporación al grupo de países más avanzados con más respeto a las libertades cívicas y más solidario. De esta solidaridad, España ha sido receptora neta durante muchos años; y eso gracias a que nuestra Constitución Española proclamó el actual estatus político.
Hoy cuando la Unión Europea, notablemente ampliada, se encuentra inmersa en el debate sobre su futuro, desde la convicción de que poner a la persona en el centro de la vida política es el principal quehacer de los que nos dedicamos a la cosa pública, es sin duda, un ejercicio inteligente expresar el deseo de que los Tratados que se discuten se conviertan en una verdadera Constitución Europea, que como la española tiendan a que todos los hombres y mujeres europeos puedan gozar de los derechos que constituyen la seña del Estado del Bienestar.


Pedro Bustos Amores.
Portavoz Grupo Municipal Socialista Ayuntamiento de Cuenca

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