martes, 22 de julio de 2008

Diez años sin Antonio Saura

Hoy se cumplen diez años de la muerte del pintor aragonés Antonio Saura, un creador fundamental en el panorama del arte español del siglo XX.
El 22 de julio de 1998 Antonio Saura fallecía en su casa en Cuenca a los 67 años de edad. El pintor aragonés sucumbía así a una leucemia que se le había detectado tan solo un año antes. Con su muerte, España perdía a uno de los pintores sustanciales del siglo XX, una figura irrepetible y de gran influencia en todas las generaciones de artistas que vinieron después.
Saura nace en Huesca en 1930. empieza a pintar y a escribir en Madrid, en 1947, mientras permanece inmovilizado durante cinco años, enfermo de tuberculosis. Primeros tanteos y primeras pinturas experimentales. Reivindica la influencia de Arp y de Tanguy, distinguiéndose sin embargo con un estilo muy personal; realiza numerosos dibujos y pinturas de carácter onírico y surrealista, principalmente representaciones de paisajes imaginarios, creando una materia plana, lisa, y rica en color. Primer viaje a París en 1952. Sucesivas estancias en París en 1954 y 1955. En esta segunda ocasión, conoce a Benjamin Péret y frecuenta el grupo surrealista del que se distancia pronto en compañía de su amigo el pintor Simon Hantaï. Emplea la técnica del grattage, adopta un estilo gestual y hace una pintura radicalmente abstracta, colorista, de concepción orgánica y aleatoria. Empieza a pintar ocupando el espacio del lienzo de varias y muy distintas maneras, creando estructuras formales propias que desde ese momento no cesará nunca de desarrollar. Aparecen las primeras formas que pronto se volverán arquetipos del cuerpo de la mujer o de la figura humana. Estos son dos temas fundamentales que dominarán lo esencial de su obra. A partir de 1956, Saura inicia sus grandes series: Damas, Desnudos, Autorretratos, Sudarios, Crucifixiones, que pinta tanto sobre tela como sobre papel. Funda en Madrid el grupo El Paso en 1957, y lo dirige hasta su disolución en 1960. Conoce a Michel Tapié. Primera exposición individual en la galería de Rodolphe Stadler en París, donde expondrá regularmente durante toda su vida. A través de Stadler conoce a Otto van de Loo en Munich y a Pierre Matisse en Nueva York, quienes expondrán su obra y también le representarán. Limita su paleta al uso de negros, grises y marrones. Se afirma en un estilo propio e independiente de los movimientos y tendencias de su generación. Su obra se inscribe en la línea de Velázquez y de Goya. Sus cuadros entran en los grandes museos. A partir de 1959, desarrolla una obra gráfica prolífica y se distingue como ilustrador original en numerosos libros tales como Don Quijote de Cervantes, 1984 de Orwell, Pinocho en la adaptación de Nöstingler, Diarios de Kafka, Trois visions de Quevedo, y muchos más. En 1960 empieza a esculpir creando obras compuestas con elementos de metal soldados, que representan la figura humana, personajes y crucifixiones. En 1967 se instala definitivamente en París. Se implica en la oposición a la dictadura franquista y participa en numerosos debates y polémicas tanto en el campo de la política como en el de la estética y la creación artística. Amplía su registro temático y pictórico. Aparecen, junto a las Mujer-sillón, las series Retrato imaginario, El Perro de Goya y Retrato imaginario de Goya. En 1971 abandona la pintura sobre lienzo (que retomará en 1979) para dedicarse a la escritura, al dibujo y a la pintura sobre papel. A partir de 1977 inicia la publicación de sus escritos. Realiza varias escenografías para el teatro, el ballet y la ópera. Desde 1983 hasta su prematura muerte, retoma y desarrolla magistralmente el conjunto de sus temas y figuras creando, quizá, lo mejor de su obra.
Antonio Saura fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Castilla-La Mancha, la cual ha dado su nombre al edificio de la ciudad de Cuenca que alberga la Facultad de Bellas Artes, una de las más modernas y funcionales de España.
También en Cuenca, en la Casa Zavala, tiene su sede la Fundación Antonio Saura, auspiciada por los hermanos del pintor y las instituciones locales, regionales y nacionales. Esta fundación, creada después de la muerte del pintor y en contra de sus disposiciones testamentarias, adquirió sin embargo plena personalidad jurídica en diciembre de 2005, cuando el Tribunal Supremo validó su inscripción.

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