jueves, 6 de diciembre de 2007

Artículo de Opinión

Desde estas líneas quiero transmitir mi felicitación a todos los españoles porque con su apoyo prácticamente unánime, pudimos dotarnos de ese acertado catálogo de derechos y obligaciones que es la Constitución, y que nos ha permitido regular nuestra convivencia a lo largo de los últimos 29 años. Una convivencia establecida en atención a los principios de igualdad entre todos los españoles, solidaridad y transferencia de recursos entre los distintos territorios, y respeto hacia las diferentes realidades nacionales o identidades territoriales. En nuestra Constitución todos caben, sin excepción.
Una convivencia que, de no verse truncada por el feroz azote del terrorismo, sería absolutamente ejemplar, gracias al profundo y mayoritario respeto que los españoles sentimos hacia nuestra Constitución, pirámide de nuestro ordenamiento jurídico, y norma fundamental sobre la que se asienta y se edifica todo nuestro sistema legislativo.
Hoy es de justicia recordar a los artífices de nuestro texto constitucional, los llamados padres de la Constitución. Un grupo de hombres, -todos ellos poseedores de una gran solvencia intelectual, jurídica y política-, que demostraron tener sobrado talante para consensuar, además de una gran visión de futuro, y una enorme capacidad para dar forma a un texto abierto y plural, capaz de recabar el apoyo y el respeto de las diferentes sensibilidades.
Creo que no está demás recapitular en un día como éste, y hacer memoria colectiva para, juntos, rememorar los dos grandes hitos que han marcado la historia de nuestro país en los últimos treinta años. De un lado la aprobación de la Constitución, y la consiguiente instauración de la Monarquía Parlamentaria, como sistema a través del cual se organizan, articulan y relacionan los distintos poderes del Estado, una fórmula acertada que ha permitido democratizar la vida pública española.
De otro lado, nuestra entrada en Europa, que ha permitido que nuestro país esté viviendo uno de sus períodos más fecundos en términos de progreso, desarrollo y bienestar social, gracias a los fondos europeos que han resultado ser el instrumento más útil al servicio de la igualación entre los distintos territorios que conforman el Estado español.
A ninguno de nosotros se nos debe pasar por alto el hecho de que hoy esta tierra es lo que es, gracias al nacimiento del Estado de las Autonomías, establecido por mandato constitucional.
Cuenca, como una parte integrante e inseparable de Castilla-La Mancha sigue conservando su identidad propia y todos esos rasgos que la diferencian del resto de provincias de nuestra Región. Pero al mismo tiempo, se siente coparticipe y corresponsable del imparable avance histórico que está viviendo nuestra Comunidad Autónoma en todos los ámbitos. Lo cual demuestra que a Cuenca y su provincia la Constitución, Europa y Castilla-La Mancha le sientan bien.
Hoy es un gran día, sin duda, para sentirnos orgullosos de nuestro país, para recordar a quienes han contribuido, con su ejemplo y su trabajo, a la paz social, para solidarizarnos con quienes sufren, para demostrar nuestro respeto hacia las instituciones, para manifestar nuestra confianza en quienes nos gobiernan, para contribuir, todos y cada uno de nosotros, con talante y actitud, a seguir construyendo esa sociedad abierta y plural, justa y solidaria en la que todos cada día vivamos mejor. Con la Constitución, todo eso y mucho más ha sido posible y seguirá siendo posible en el futuro.

Juan Manuel Ávila Francés
Presidente de la Diputación Provincial de Cuenca

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