lunes, 29 de enero de 2007
La Fundación Antonio Pérez presenta hasta finales de febrero “El mundo perdido de los oparvorulos.
El Diputado de Recursos Humanos, Cultura y Deportes, José María Pastor, presentaba este viernes la original muestra “El mundo perdido de los oparvorulos. Descubrimientos en la península de Burelandia”, del polifacético artista madrileño Enrique Cavestany. Y lo vacía acompañado del propio autor, de Antonio Pérez, y del coordinador de exposiciones temporales de la Fundación, Miguel López. “Se trata de una muestra -aseguró el Diputado- increíblemente divertida, llena de una ironía sorprendente y de un profundo conocimiento, fruto del delirio genial de su creador. Lo que vamos a ver no es real, no se engañen, pero podría serlo... El autor crea un horizonte cultural a partir de sus dibujos, pinturas, esculturas y diseños, que convierten la muestra en algo creíble y tangible: de hecho, un observador no advertido podría salir del museo pensando que acababa de conocer una nueva cultura. Sin embargo, no se pretende engañar a nadie: ésta es una exposición de arte, del arte del atrezzo y de la puesta en escena, y tiene mucho del quehacer de los creadores cinematográficos, y de crear mundos ficticios palpables. Lo interesante es descubrir el truco”.Enrique Cavestany presenta en sus “Oparvorulos” un mundo falso, pero que quizá no lo sea tanto: una cultura perdida y encontrada de la que quedan vestigios magníficos de todos sus quehaceres cotidianos (gastronomía, pintura, escultura, mitos, religión, música, arquitectura, etc.) Ni más ni menos, en fin, que el compendio de una cultura. “Los oparvorulos, el pueblo perdido -terminó asegurando José María Pastor- existen en la mente de su creador, y su cultura es real como conjunto de producciones específicas que trasforman tanto al hombre como a su entorno. El entorno mental de Enrique Cavestany, desde luego, está genialmente transformado”.El artista, por su parte, quiso agradecer a la Fundación Antonio Pérez la oportunidad que le ha mostrado de “exponer en un sitio único, un lugar absolutamente adecuado para el arte contemporáneo, y en una ciudad mágica…”. Como mágica es también la relación que une a Cavestany con los imaginarios exploradores que descubrieron, cuando Madrid tenía mar (sic), esta nueva cultura de los oparvorulos que ahora presenta la Fundación. Se trata de un paso más en la cultura de “lo falso”, que pretender entretener y quizá inquietar a quien visita la muestra, y que adentra al lector del catálogo de la exposición en el ficticio pero palpable mundo de la cultura de los oparvorulos.
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