martes, 8 de agosto de 2006

Armando Cano, un joven arquitecto conquense, finalista de los Premios FAD de Arquitectura

El joven arquitecto conquense, Armando Cano Redondo, ha sido seleccionado como finalista de los premios FAD. Su obra, el Edificio de Oficinas y la Sala de Exposiciones de Areniscas Rosal, en Caravaca de la Cruz, optará al premio que concede el Foment de les Arts Decoratives y que se dirigen a personas, entidades o instituciones que hayan presentado, antes del 1 de febrero, obras terminadas durante el año anterior en el territorio de España y Portugal.Los premios fueron fundados en el año 1958 y desde entonces Rafael Moneo, Norman Foster, Enric Miralles, Eduardo Souto de Moura, o Jose Antonio Coderch han recibido el galardón.En la edición de este año se han presentado 504 trabajos de arquitectos muy conocidos y de otros más jóvenes y con menos experiencia. Aun así, todos ellos cuentan con las mismas posibilidades de hacerse con el premio, que se entregará en el CosmoCaixa de Barcelona en el mes de Octubre.La terminal T4 de Barajas, de Rogers-Lamela, la Torre Agbar de Jean Nouvel, el Edificio Mirador de Blanca Lleó y MVRDV, el mercado de Santa Caterina de Miralles-Tagliabue, son algunos de los treinta finalistas, junto al Edificio de Oficinas y Sala de Exposiciones de Areniscas Rosal, S. A. , en Caravaca de la Cruz (Murcia) realizado por el joven estudio de arquitectos compuesto por el mencionado Armando Cano Redondo, natal de Cuenca; y sus compañeros de estudio, la murciana Maria José Muñoz y el burrianense José Durán Fernández.Según el arquitecto conquense el edificio consiste en una gran roca en el paisaje de 18x18 metros. El edificio nace a partir de la idea de considerar el edificio como una gran roca de su cantera dejada caer en medio de ese árido y seco paisaje.Permanecerá un reflejo de este paisaje en el corazón del edificio como patio, en el cual crecerá un olivo recuperando el centro geométrico del cuadrado perfecto. Desde el exterior una roca objeto expuesto al árido paisaje, desde dentro un espacio-patio protegido.Según Armando Cano, el cliente pidió 'un único espacio de trabajo y una zona de exposición para sus productos de piedra natural, y que en el edificio se respirara un ambiente tan familiar como en el pasado. Por lo tanto, una primera idea sería considerar el espacio interior tan flexible y fluido como fuera posible, para que fueran así también las relaciones entre los trabajadores. Dentro de la roca habría vistas en todas direcciones, sin secretos, sin rincones para esconderse', explicó.

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