jueves, 18 de septiembre de 2008

Artículo de Opinión

Mantas

Me decía mi amigo Mariano que ahora que parece que todo el mundo ha salido ya del armario por qué no nos metíamos dentro a ver lo que había.
Mariano: dentro hay mantas. Las mejores las zamoranas, verdes y granas de recio paño castellano con borlas blancas. Ahora que empieza a hacer biruji por la noche las ruanas salen de los altillos con olor a naftalina para recordarnos el inexorable paso del tiempo.
La manta no solo abriga nuestro sueño. Se va a poner de moda tirar de ellas para ver que ocultan en sus recovecos.
El "pocero de Seseña" lo advertía este domingo en El Mundo: su manta cubre las vergüenzas de la Junta y de la hípica que Pepe tiene en Toledo. Sólo ha vendido 2500 de los 13500 pisos con los que ha asolado la Sagra y va a empapelar Fuensalida con las cartas de amor de Barreda.
Las "parrillanas", algo más bastas, cumplen su función sobre todo cuando se llevan liadas a la cabeza al uso y costumbre de estas latitudes. En el ayuntamiento se ven frisas como turbantes coronando las testas de varios concejales. Pulido también se la puede liar a la cabeza para entretener al personal durante unos meses con lo mala que es Maleni que no nos quiere hacer la estación en La Ventilla.
La manta de ZetaPé tapaba a duras penas la crisis-que-no-es-crisis: Antes que tirar de ella, nuestro fenómeno de presidente ha preferido irse con el turco a contarle lo mucho que echamos de menos el califato y lo que sentimos lo de Lepanto.
Manta gorda, pero gorda de verdad, la que ha oreado la autoridad financiera norteamericana para destapar las vergüenzas de las hipotecas basura. De aquellas subprime vienen estos lodos que amenazan con llevarse por delante la calle del Muro con sus broker de Armani.
A todo esto ¿qué es de mi entrañable Perico Solbes?. No quiso tirar de la manta en su momento porque había elecciones así que ahora se ha quedado en pelotas por la crisis del ladrillo y por el tsunami que le viene del atlántico. Un hombre tan formal como él, tan docto y erudito, condenado a que los 3 millones de parados que va a haber pronto le recuerden lo que él y su jefe son: unos mantas.
Antonio Melero Pita

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