El cura párroco de Castillo de Garcimuñoz (Cuenca), Teodoro Bonilla, actualmente jubilado, indicó al tribunal del juicio de Gescartera que se fió 'totalmente' del dueño de la agencia de valores, Antonio Camacho, y que desconocía que se le imputaron pérdidas por 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros). A preguntas del fiscal, Bonilla, quien actualmente cobra una jubilación de 493 euros al mes y ha declarado intereses de sus depósitos en el último año por 0,04 euros, dejó claro que nunca autorizó a Camacho a que realizase inversiones con pérdidas ni desinversiones en su nombre.El sacerdote recordó que en el año 1993 tenía 40 millones de pesetas depositados en Gaesco, donde trabajaba Camacho, y llevó estas inversiones a Gescartera, con el 'único interés' de costear fines sociales pero sin conocer el tipo de rentabilidad que le ofreció el dueño de la sociedad, aunque, según documentos que obran en el sumario, figuraba entre sus clientes 'especiales'.También constituyó una sociedad con Camacho destinada, según él, a estos fines sociales, porque -afirmó- 'a mí me duele, cuando veo un anciano no atendido o un niño 'tarado' que ha de salir del pueblo'.En sus conversaciones con Antonio Camacho, según relató Bonilla, hablaba 'algunas veces de economía' pero 'otras de la pobreza', pero 'nunca' de 'cómo estaban las cotizaciones ni cuánto había sacado'.También el sacerdote de GarciMuñoz dijo que se puso en manos de Camacho y otros empleados de Gescartera, como el delegado en Cuenca, Juan Rodríguez Espejo, tanto en el movimiento de la cuenta, que -insistió- 'yo no conocía', como en la declaración de sus rendimientos o minusvalías a Hacienda.'No me preocupé absolutamente nada si tenía que pagar o devolverme Hacienda', reconoció Teodoro Bonilla, a preguntas de la acusación, aunque la defensa de Camacho hubo de enseñar tres contratos de gestión de valores 'en blanco' entre los años 1994 y 1996.A preguntas de la letrada Marta Galbis, que defiende a Antonio Camacho, Bonilla reconoció finalmente que participó en la fundación de Gescartera, posteriormente, llegó a tener el 16 por ciento, y en la liquidación apareció con una participación del 2 por ciento, pero -apostilló- 'yo ni he dado ni he recibido'.También confesó que le dio un apoderamiento a Camacho, pero sólo 'a efectos de que administrase su cartera' y que la primera vez que tiene constancia de sus pérdidas fue, en mayo de 2001, cuando recibe un documento de Caja Madrid donde se le adjudican más de 50 millones de pesetas en minusvalías.Entonces, llamé por teléfono a Camacho, justo antes de la intervención, le tranquiliza y vuelve a poner más dinero en Gescartera el 19 de junio de 2001.'Pero yo no he recibido ni 20.000 euros (de indemnización del Fondo de Garantía de Inversiones), ni nada', 'ni tampoco he desinvertido', reiteró Teodoro Bonilla, que declaró hoy como testigo en el juicio oral, del que su representación se retiró como acusación particular delegando sus funciones al ministerio público.Según el informe de los peritos designados por el Banco de España, Antonio Camacho utilizó la cuenta cuya titularidad compartía con el párroco Teodoro Bonilla para liquidar operaciones de Bolsa en el periodo que va del 12 al 31 de marzo de 1999, en el que se registraron operaciones de compra y venta de valores por un importe bruto de 24.752 millones de pesetas (184,76 millones de euros).Este informe, que obra en el sumario, indica que dichas operaciones generaron un saldo neto deudor de 91 millones de pesetas (546.000 euros) que, fue repuesto, en buena parte, con ingresos procedentes de otras cuentas, aunque las operaciones de compra-venta de acciones figuran anotadas en la ficha de Teodoro Bonilla como cliente de renta variable.
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