jueves, 14 de diciembre de 2006

IxC aboga por una ciudad libre de ruidos

La calle, esencia de la ciudad, es de todos y a todas horas puede sertransitada. Porque la calle no tiene propietarios, potencialmente nospertenece a todos, pero materialmente no tiene un poseedor determinado .Estanto el símbolo como la carne de la democracia. Sin calle, pues, no haydemocracia.Pero, ante la pasividad del equipo de Gobierno socialista con el alcaldeCenzano a la cabeza, entretenidos en legislar normas que luego no se aplican(la Zona Mediambientalmente Protegida -ZAP- de la calle Dr.Galíndez es suparadigma), caminar por nuestras calles sin ser molestados por los detritusde la horda del botellón comienza a ser una tarea de héroes, de ciudadanos,que no están dispuestos a tragar con la «idea» de que la diversiónindividual es ocupación salvaje de los espacios públicos. Grave es lacuestión, sin duda alguna, cuando hemos de defender lo obvio.Los políticos profesionales, que durante mucho tiempo han estado cambiandolitronas y falsa «cultura» hedonista por votos, deben exigir que se cumplanlas leyes : no hacen falta ZAPs. Hay que aplicar la Ordenanza Municipalcontra todo tipo de ruidos : estruendos de motos, de cohes "tuneados" o debotellones ¿indomables?.No es necesario legislar nada nuevo. La libre movilidad de los ciudadanos por la ciudad es un derecho que estápor encima de cualquier otra consideración : mantener y compartir el espacioque nos es común para desarrollar nuestra Libertad y comunicarnos con elprójimo.

IxC

1 comentario:

Anónimo dijo...

El de los ruidos es un tema gravísimo en España. Quitados los que les toca sufrirlos directamente (vecinos de bares, pubs, discotecas y litronas) el resto mantiene una actitud condescendiente con uno de los principales atentados aun derecho constitucional: el de la salud.
Las autoridades se echan la pelota de la administración local a la regional (antes la central)y viceversa. Nadie sanciona o impide ningún atentado acústico contra ese derecho. Prevalecen los derechos de los empresarios y de los ociosos. Sólo últimamente los jueces han reaccionado a favor de los damnificados, pues antes tampoco había sentencias condenatoria contra los delincuentes de este tipo.
En fin, mientras no siga en este país prevaliendo el derecho a la juerga sobre el del descanso, mal vamos. Y los extranjeros bien lo saben y vienen a hacer aquí lo que en sus países no pueden (y casi gratis y con derecho a destrozar).
Asignatura pendiente de todos los Ayuntamientos, a ver cuando sale un Alcalde que defienda los derechos de los trabajadores y piense que ganará más votos de los ciudadanos cívicos que los que pierda por los ociosos y por cierto tipo de empresarios que pasan de la legalidad (quizá porque nadie se la impone)