jueves, 19 de octubre de 2006

Opinión

"Recalificaciones de hongos"

Me contaron una historia hace unos días:Había un tendero en la ciudad especializado en hongos que tenía un pequeño puesto en el mercado: Hongos de invernadero, de recinto abierto y de bosque. Estos últimos podían ser comenstibles y tóxicos. En los primeros años de actividad, el tendero tenía bien clasificadas y calificadas las cajas por motivos obvios, desde luego no era no lo mismo una amanita muscaria para ahuyentar los insectos que un rico boletus edulis para ser asado a la plancha. Tampoco las setas de recinto o de invernadero podían aspirar a la misma clasificación que las de campo, pues aunque en calidad algunas de ellas las superasen, lo cierto era que la mayoría de la gente prefería las vulgares macrolepiotas al exquisito champiñon de corral, sólo por el hecho de provenir del salvaje bosque. Con los años, el tendero comprendió que sacaría más rendimiento a un tipo de hongos que a otros, así que procedió a una reclasificación. Cajas de setas provenientes de invernadero las vendía como si fueran de recinto, y también muchas de recinto pasaron a ser de bosque. Como el asunto funcionó -a pesar de las protestas de expertos micólogos-, el tendero fue aumentando el cupo de las reclasificaciones hasta que esta fue general y dio como resultado que todas las setas y hongos fueran de bosque. No pasarían muchos años más antes de que aquel hombre pensara que aún podía sacar más provecho a esto del cambio de nombres. Aprovechando un año de sequía, que provocó la escasez y carestía de la materia prima, decidió sin rubor acordar una recalificación de algunas de las cajas de hongos tóxicos. Así fue cómo gran parte de los hongos incomestibles pasaron a ser comestibles. El tendero no quería envenenar a nadie, pero persistió en su tozudez, a pesar de los vómitos y molestias de sus compradores. Y con el tiempo, los consumidores llegaron a acostumbrarse de tal manera a la recalificación impuesta que dejaron de notar y sentir la diferencia entre tóxico y no. Cuando alguien le decía al tendero: "Ayer las setas que me vendiste no me sentaron nada bien", él respondía: "Lo dudo, porque todas tenían la clasificación de bosque".

Julio Fernández

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