sábado, 9 de septiembre de 2006

Millar vuelve a la gloria tras la contrarreloj de Cuenca

Millar, que pasó el calvario del dopaje con 2 años de sanción, logró una victoria especial, la que demuestra «que se puede ganar sin tomar nada, ni siquiera recuperadores», en un renacer de un ciclista que incluso cayó en la bebida y en una vida desesperada.
Recuperado por el Saunier Duval de Josean Fernández Matxín, volvió a sentirse como un juvenil en la monumental Cuenca, donde se impuso al suizo Cancellara (CSC), ambos con el mismo tiempo: 40.54 minutos, a una media de 40,272 kms/hora.
En el duelo de titanes Alexandre Vinokourov (Astaná) ocupó la tercera plaza, con solo 8 segundos sobre Valverde, que salió reforzado, con notable alto y candidato número uno al maillot oro en Madrid. «Balaverde» confirmó su mejoría en la contrarreloj y estuvo «con los buenos». Kashechkin, quinto, cedió 26 segundos respecto a Millar, Sastre octavo, 46 y Goméz Marchante fue decimotercero a 1.15.
Valverde mantuvo a raya a «Vino» y alejó en la general a Kashechkin (a 48 segundos) y Sastre (a 1.25), segundo y tercero. Gómez Marchante, quinto a 2.06 dejó la cuarta plaza al jefe de filas del Astaná, que mira al murciano a 1.38. La etapa que había soñado el ganador de la Lieja-Bastoña-Lieja y líder del Pro Tour se le hizo realidad en Cuenca, en espera de la semana final en la que deberá batirse de nuevo en la montaña andaluza y la cronometrada de Rivas.
En el km 10 de la contrarreloj la referencia a batir era la de Fabian Cancellara (CSC), el vencedor de la París Roubaix, que marcó 27.02 minutos. Vinokurov, a 22 segundos del suizo superaba en 8 segundos a Valverde y Kashechkin, en 15 a Sastre y en 17 a Gómez Marchante.
En el Alto del Castillo (km 20,7), y luego de superar el exigente tramo de adoquinado, Vinokourov metió zozobra a todos sus rivales dando un espectacular vuelco a la contrarreloj. El kazako, con 26.57 minutos se puso al frente de la etapa, pero Valverde, explosivo en el ascenso, pasó a 10 segundos de su principal enemigo, una exigua merma.
Aguantó el tipo «la alegría de la huerta murciana», como rezaba una pancarta. «Vino» había colocado 25 segundos a su compañero y amigo Kashechkin, medio minuto a Sastre y 40 segundos a Gómez Marchante. Por delante quedaba el descenso que ya ha hecho famoso Samuel Sánchez hasta la capital conquense, para jugarse ese tiempo precioso que puede desequilibrar la Vuelta más igualada de los últimos tiempos.
Valverde, con problemas en la cadena de su bicicleta, arriesgó a tope guiado por unas referencias que le daban tranquilidad. Iba a salvar uno de los exámenes claves de la presente edición y a conseguir dar un golpe moral por si alguien dudaba de la solidez de su maillot oro, el que defendió con la ambición de los campeones hasta meta, desafiando las tenebrosas curvas de las hoces del río Júcar.
Mientras Valverde se fajaba en la recta de llegada, David Millar saldaba cuentas con el ciclismo y sus propios errores. A sus 29 años recuperó la ilusión y la confianza, y tan eufórico estaba que hasta mostró ansiedad por pasar «cuanto antes» el control antidopaje, la prueba que a punto estuvo de acabar con este residente en Bayona, en la vida y en el deporte.
El gran contrarrelojista británico, que pasó su infancia en Hong Kong, el mismo que deslumbró en el Tour con tres triunfos de etapa, 2 contrarreloj y 1 en línea y con otras tantas en la Vuelta, la última en Córdoba en 2003, dio una lección al ciclismo, de la que debe tomar nota. Se puede ganar y ser un gran corredor sin hacer trampas. Millar regaló una lección a la Vuelta. Y al deporte.
Mañana se disputa la decimoquinta etapa entre Motilla del Palancar y Almussafes, de 182 kms de recorrido. Una clara oportunidad para los esprinters en la víspera de la segunda jornada de descanso, antes de que la Vuelta enfile la semana decisiva con las dos etapas de montaña en Calar Alto y La Pandera y la cronometrada de Rivas.

No hay comentarios: