domingo, 18 de junio de 2006

Prisiones trasladó a algunos presos y a otros les adjudicó un interno "sombra" tras el suicidio de Igor Angulo

La Dirección General de Instituciones Penitenciarias ha intensificado en los últimos meses las medidas que integran su Plan de Prevención de Suicidios para evitar esta práctica en el interior de las cárceles, tanto de los integrantes de la población reclusa en general como de los miembros de la banda terrorista ETA en particular.
Según las fuentes consultadas, uno de los hechos que encendió todas las alarmas respecto al colectivo de presos etarras fue el suicidio el pasado mes de febrero del miembro de ETA Igor Angulo, quien cumplía una condena de 34 años en la prisión de Cuenca. Angulo, al que no se le había detectado ningún cuadro depresivo, se le halló ahorcado a los barrotes de su celda con el cordón de sus zapatos y con un nudo alrededor de las manos, realizado con el cuero que utilizaba para fabricar pulseras, posiblemente para evitar desatarse en el último momento.
El fallecimiento de Angulo hizo que Instituciones Penitenciarias incentivara su política de prevención de suicidios, que ya se aplicaba con carácter general, haciendo un seguimiento más activo de aquellos reclusos etarras que, por encontrarse en una situación de soledad --caso de mujeres miembros de ETA sin otras integrantes de la organización terrorista en su cárcel--, o de otros que siguen tratamientos antidepresivos, constituyen un grupo de riesgo, según los psicólogos de Instituciones Penitenciarias.
Según las fuentes penitenciarias citadas, se han adoptado distintas medidas, que van desde el traslado de prisión para reclusos etarras que no tienen otros 'compañeros' de la banda en esa cárcel, caso de Igor Angulo, así como cambios de módulos para algunos presos sometidos a régimen de aislamiento, de manera que se puedan relacionar con otros reclusos de la banda terrorista.

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