
En primer lugar la información que es una herramienta fundamental para generar nuevas ideas hacia la mejora de la competitividad empresarial. Información sobre el entorno competitivo, sobre sus objetivos, estrategias, resultados o productos.
Pero no sólo es necesaria la información, sino también la formación. La formación está ligada a la innovación, que debe ir acorde con lo que las empresas demandan para innovar y por el poco efecto tractor de la demanda, tanto pública como privada sobre la misma. Para ello se necesita un sistema educativo que sepa inculcar a todos los sistemas y modalidades el interés por la innovación y que haga a la ciudadanía más consciente de su valor y la prepare para ser incorporada al mercado laboral.
Por otro lado, la generación y aplicación de ideas innovadoras en la empresa normalmente surge en ambientes de libertad percibida atribuyendo a la innovación la posibilidad del error o el fracaso. La percepción de libertad es consecuencia de practicar estilos de dirección con una relevante orientación a la persona, a dejarla hacer libremente en su desarrollo profesional. La facilidad para intercambiar conocimientos y experiencias con otras personas de la empresa es otra manifestación de libertad.
Por último y para conseguir el logro de los objetivos de una empresa, es necesario el trabajo en equipo como una manera de canalizar la participación de las personas y compartir sus conocimientos. Las ideas innovadoras tienen que ser trabajadas en grupos multidisciplinares con vistas al proceso y visión global, por ello es necesario compartir información y objetivos. Hay que aceptar que los miembros de una empresa tienen dos tipos de responsabilidades: por un lado dirigir la ejecución de procesos repetitivos y, por otro, liderar el diseño y la implantación de proyectos de desarrollo o mejora competitiva.
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