Por diseño en los despachos de quienes decidieron en su momento el destino y configuración de los entes preautonómicos, Cuenca terminó formando parte de una entidad regional de difusa justificación histórica o cultural. Cuenca, como el resto de provincias de la región, tenía y tiene un más que probado sentimiento de pertenencia a la nación española.
Sin legitimidad de origen, Castilla-La Mancha solo podía justificar su existencia practicando una gestión cercana a sus ciudadanos, y por un equilibrio territorial que, arrasado en los tiempos del centralismo franquista, era una exigencia de justicia especialmente en provincias "ultraperiféricas" como la nuestra.
En una entrevista concedida al diario El Mundo hace pocos días, el Presidente Barreda decía que "la igualdad real de oportunidades sin ningún tipo de cortapisas" es el fundamento de la financiación autonómica. También que, además de la población, deben ser determinantes en la financiación regional la renta, la dispersión o el envejecimiento. ¿Por qué motivo entonces Cuenca, la provincia con menor nivel de renta, con mayor dispersión y mayor envejecimiento es la que menos inversiones ha recibido de su región?
Los grandes proyectos de futuro, gestionados en teoría desde los intereses de la región, han excluido a Cuenca. En infraestructuras de comunicación, en servicios sanitarios de referencia regional, en recursos hídricos, en ciencia y tecnología, en investigación biomédica, en parques logísticos, en investigación y desarrollo, en industria aeronáutica, en industria vinculada a las energías renovables. Increíblemente también en turismo y cultura.
Afirma también el presidente regional que no tiene sentido ser trasvasista o antitrasvasista según convenga. Y sin embargo esta región es antitrasvasista respecto del Tajo-Segura, y trasvasista respecto al Tajo-La Mancha, que como el anterior, expolia el agua de Cuenca, y que es otro trasvase por mucho que coloquialmente nos refiramos a él como "tubería manchega".
Un amigo me decía no hace mucho que Castilla-La Mancha es una autonomía con cinco provincias de derecho, pero con tres de hecho. En efecto, del centralismo madrileño hemos pasado en Cuenca a sufrir el si cabe más cazurro, centralismo toledano-manchego.
En Cuenca, en lugar del de pertenencia, el sentimiento de agravio respecto de su Comunidad Autónoma es el que ha brotado en estos 25 años que se van a conmemorar. Alguna responsabilidad tendrá un gobierno regional que lleva 25 años en ejercicio continuado del poder.
Antonio Melero
Publicado en "La Tribuna de Cuenca"