domingo, 26 de noviembre de 2006
Independientes por Cuenca critica las palabras de el concejal de Hacienda, José M. Lázaro, por decir que no necesita que vengan empresas a Cuenca
“No necesitamos que vengan empresarios de fuera para generar riqueza o crear puestos de trabajo.”
Las ha hecho José María Lázaro, Concejal de Promoción Económica del Ayuntamiento, las ha publicado el diario La Tribuna en su edición de 24 de noviembre.
Habla también el Concejal del polígono SEPES como una infraestructura privilegiada, cuando realmente es otro hito en la larga historia de fracasos de Cuenca en la creación de empresas y puestos de trabajo.
Porque es público y notorio, y lo denunció no hace mucho el Secretario de Organización de UGT, que este polígono se ha limitado a la reubicación de empresas, almacenes y comercios en muchos casos; responsable sindical que también recordó que los convenios laborales en Cuenca establecen los salarios más bajos de la región, que es como decir los más bajos de España.
Tuvo que ser el Secretario General del Sindicato Comisiones Obreras el que, en una visita a Cuenca, nos recordara que el paro no se dispara en esta provincia porque la población está envejecida y los jóvenes no tienen otra alternativa que, igual que sus padres y abuelos, emigrar para buscar trabajo.
Las declaraciones del Concejal Lázaro son una agresión en toda regla a las expectativas de creación de empleo que tanto necesita Cuenca y su provincia. Cuenca, situada en el fondo de todos los indicadores de prosperidad, con una economía centrada en la agricultura y el empleo público, con una de las tasas de actividad menores de toda España, especialmente en mujeres.
El Concejal Lázaro expulsa a los empresarios que piensen en invertir en Cuenca, y demuestra la verdadera convicción y apuesta de este Ayuntamiento por la que es para Independientes la prioridad número uno: la creación de empleo.
Desconoce el Concejal que ningún territorio puede ser económicamente autárquico, no lo es la Unión Europea en su conjunto, menos lo va a ser la provincia de Cuenca, que es de los territorios menos desarrollados de la Unión, y que por tanto necesita más que nadie a esos empresarios de fuera que otros consideran prescindibles.
El Concejal Lázaro no se ha leído el Plan de Ordenación Municipal que señala con rotundidad el fracaso industrial de Cuenca en general y del polígono Sepes en particular. Tampoco se ha leído la Ley que otorga a Cuenca la condición de municipio de gran población y que en su exposición de motivos señala la responsabilidad de la capital de provincia en el desarrollo de un extenso y despoblado territorio provincial. Tampoco se ha leído el Plan Estratégico, que ha pagado el Ayuntamiento al que pertenece, y que exige como condición inexcusable de viabilidad futura una apuesta decidida por la creación de empresas de servicios en Cuenca. Tampoco valora por supuesto el Plan Adelante de la CEOE de Cuenca, que se ha ido a Madrid en busca de empresas que quieran venir a Cuenca.
Opinión
Cuando nació esta humilde asociación a la que pertenezco, Urbanismo Ciudadano, personalmente advertí y puse algunas pegas sobre la utilización del término sotenible, teniendo en cuenta además, la subversión que sobre esta palabra suele acaecer en tierras políticos de manera tan discutible. En realidad, la carta de Alborg, sobre la que se basa la agenda 21 y la red de ciudades sostenibles, no dice nada del otro mundo, y es una expresión, como otras, del capitalismo y el sistema liberal. Es más, se trata en dicho documento de salvaguardar al propio sistema de una más que probable catástrofe futura al estilo Fukuyama, cuando el uso desbocado de recursos nos deje con escasas probailidades de construir un mundo en paz. Todo lo cual no evita, aunque sea de forma paradójica, que esta palabra esté constituyendo una esperanza en muchos sentidos, pues hay que recordar que asumido el capitalismo como única manera realista, en la actualidad, de poder asentar una democracia, resulta que es la contención la mejor manera de salvaguardar los recursos, y de no seguir cometiendo más errores que nos lleven demasiado lejos en el cambio climático y en el imparable incremento de desigualdades económicas entre ciudadadanos. Así, una de las bases que definen la sostenibilidad, en referencia a cualquier actuación política de ordenación, se refiere al consumo racional de suelo, es decir, que para que un Plan sea sostenible no ha de recalificar por encima de las expectativas reales y del crecimiento poblacional que se viene produciendo. Recalificar tres veces más del suelo actualmente urbanizable, no puede ser aceptado por ninguna Agenda 21 que se precie. Si el alcalde firma una declaración, tan solemne como la que ha firmado, y no retira el POM, es que no está actuando en consecuencia. Otra de las expresiones más frecuentes en referencia a la sostenibilidad es la de crear una ciudad compacta, no discontinua, para evitar el derroche innecesario de energía. Hacer ese tipo de pactos por Cuenca, tratando de dar una imagen de sostenibilidad y por otra lado zanjar la cuestión del AVE, provocando con su emplazamiento la creación de una ciudad muy dispersa a medida que crezca hacia la nueva estación, es, a mi juicio, caer en la contradicción absurda. Otro de los asuntos claves para entender la carta de Alborg sin malicia ni avaricia es el respeto a las zonas sensibles medioambientalmente. Con la construcción del parque ferial mediante fondos procedentes de un convenio urbanístico realizado mediante la sangría de una de las zonas más sensibles y valiosas de la ciudad, se va al traste toda política que pretenda asentarse en las bases medioambientales de lo sostenible. Pero aún hay más, para que un plan sea sostenible según la Agenda 21, ha tenido que haberse realizado sobre él todas las discusiones que hayan sido precisas, para fomentar en todo momento la participación ciudadana. A Urbanismo Ciudadano, cuando ha intando promover un debate, se le ha intentado boicotear, no sólo con la no asistencia de los invitados, también con cotraprogramaciones y decisiones de cobro de la sala en el último momento. Esta es la sostenibilidad que Cenzano firma en su declaración por Cuenca, y no otra.
JULIO FERNÁNDEZ PELÁEZ