Un trabajo, por cierto, que hasta hace muy poco realizaban en condiciones bastante deplorables sin apenas equiparación adecuada y en unas bases de reten sin agua, duchas y en algunos casos sin luz, pero a pesar de todo siempre han dado la cara delante del fuego.
Estos trabajadores y trabajadoras luchan día a día, por un salario ínfimo en comparación con el riesgo que corren, contra todas las tropelías y desmanes que se nos ocurre hacer en el monte a las personas “civilizadas”; limpiando en invierno nuestros bosques, haga frío o calor, para que en verano exista el menor riesgo posible de incendios.
Por eso consideramos que estos/as 642 obreros/as merecen todo el respeto de nuestra sociedad, por la labor que realizan durante todo el año, porque se juegan la vida literalmente cada día que hay fuego a cambio de muy poco y porque cualquier trabajador tiene derecho a “merendar”, ¡hasta ahí podríamos llegar¡
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